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PEQUEÑA ANTOLOGÍA DE COPLAS ARAGONESAS Y ALGUNAS REFLEXIONES PREVIAS
José Luis Melero Rivas
Yo vi ganar a José Iranzo “El Pastor de Andorra” el Certamen de 1974. El pasado año se cumplió por tanto mi trigésimo Certamen y ya casi me he convertido en eso que suele llamarse “un viejo aficionado”. Durante muchos años he tenido que sufrir las finas ironías de algunos de mis amigos por mi insobornable afición a la jota, pues no eran pocos los que pensaban que ésta era algo del pasado, que sintonizaba y simpatizaba en exceso con los aires marciales de un régimen político que siempre vio en ella el canto de una raza (todavía en un cancionero reciente se hablaba de la “raza española” y se aprovechaba para insultar a un conocido político vasco militante del PNV), y que en realidad no era sino un vehículo de transmisión política que siempre apuntaba hacia una única dirección: la derecha, naturalmente. ¿Tenían razón mis amigos? Durante muchos años creo sinceramente que sí. Sólo un aragonesismo a prueba de bombas como el mío pudo resistir tanta zafiedad durante tanto tiempo. Todavía en los años 80 y 90 se seguían cantando sin rubor alguno coplas escritas en la guerra civil por simpatizantes del bando vencedor, como algunas de Abad Tárdez. El más rancio nacionalismo español había encontrado en la jota campo abonado y durante años y años tuve que sufrir cantas que hubieran servido de broche de oro a cualquier mitin de Queipo de Llano (o de Rodríguez Ibarra hoy, que en todos los sitios cuecen habas): “Todos los aragoneses/ al gritar Viva mi tierra/ no dicen Viva Aragón/ dicen Viva España entera” o “Quien oyendo un Viva España/ con un Viva no responde;/ si es hombre no español/ y si es español no es hombre”, que se deben al estro inflamado de Luis Sanz Ferrer (Cantas y... “Cantos”, 1923). El mal gusto y las coplas o cantas reaccionarias eran también habituales: “Si te pega tu marido/ no te debes enfadar/ te pega porque te quiere/ porque te quiere pegar”, “Contimparo a las mujeres/ con los sellos de las cartas/ que hasta que no se les pega/ no van donde se les manda” o “Los hombres y las mujeres/ visten con extravagancia/ y ya no hay quien los distinga/ ni a dos metros de distancia”. Y los tópicos habituales de los Amantes, Agustina, etc, estaban a la orden del día. Además la jota era confesional y la sobreabundancia de coplas religiosas ponía de manifiesto, un día sí y otro también, que el laicismo no había llegado al mundo de la jota. Todos hemos oído miles de veces la canta de “La que más altares tiene”, y nunca, ni una sola vez, oí en el Principal una copla también tradicional como ésta: ”Si vas a Misa por verme/ no vayas a la mayor/ ni tampoco a la primera/ porque a Misa no voy yo”. Me dirán ustedes que por qué acepté entonces sufrir tanto. Pues porque sabía que la jota era mucho más que eso, que los estilos históricos que cantaron nuestros abuelos y bisabuelos sólo estaban esperando que se abandonaran esas coplas y se recuperaran las tradicionales para volver a brillar de nuevo, y que una época histórica sombría como fue el franquismo no podía acabar con lo que era el canto tradicional por excelencia del pueblo llano aragonés. La jota había sido siempre algo auténticamente popular y estaba convencido de que el tiempo volvería a poner las cosas en su sitio, que si algún sentido tenía la jota como manifestación popular ése era el de unir a todo un pueblo, y que si aspiraba a representar a Aragón en su conjunto acabaría obligatoriamente dejando de lado todo aquello que pudiera ser motivo de disensión. Para eso era necesario renovar las coplas y también volver a cantar, entre las más tradicionales, aquellas que pudieran gustar y emocionar a los aragoneses de cualquier condición, sin distinción de clases ni ideologías: pensemos en rondaderas como la de Mainar o el estilo Baldomero, en bellísimas coplas de amor como la que suele cantarse con el estilo “de la del albañil”: “Baturrica, baturrica/ yo te llamo, yo te llamo/ que no tardes, que no tardes/ que me acabo, que me acabo”, en el estilo Calatayud: “Derecha te estás criando/ como las cañas del trigo/ aquí te estoy esperando/ para casarme contigo”, en el estilo de la Parra, en el estilo de la fiera (“No tires piedras, cobarde”), en el de la fiera antigua, en la enredadera que inmortalizó Cecilio Navarro, en las clásicas femateras y trilladoras, o en las coplas de humor aragonés que aquí tanto gustan: “Cuando se murió mi madre/ dijo una verdad mi abuela:/ si este chico tiene suerte/ vivirá hasta que se muera” o “Anda y dile al ayudante/ de parte del ingeniero/ que le diga al capataz/ que trabaje el caminero”. La obsesión por la renovación de las coplas no viene naturalmente de ahora. Demetrio Galán ya en 1966 clamaba por ella en El libro de la jota aragonesa. Lamentaba que a los estilos y tonadas se les denominara habitualmente “con la expresión literaria del primer verso, o del segundo, o por cualquier detalle de la copla aplicada” pues durante años se ha tenido la mala costumbre de aplicar casi siempre las mismas letras a los mismos estilos, con lo que se producía un empobrecimiento notable de las cantas. Y explicaba que “no es lógico que entre más de quince mil coplas que existen en los cancioneros aragoneses, en las múltiples colecciones de cantas que se han editado, en la tradición verbal de las gentes de los pueblos, en los archivos particulares... se elijan casi siempre las mismas, con lo que se evidencia la rutina y se deja de satisfacer a los oyentes con una más amplia variedad de coplas representativas de las cosas de Aragón, de sus sentimientos, de sus costumbres”. Afirmaba, con toda solemnidad, que “es necesario que los intérpretes de la jota cantada procuren seleccionar siempre las coplas que vayan a ofrecer al público... (porque) ha llegado la hora de ir renovando las que rutinariamente, desde hace tantos años, se vienen aplicando a las mismas tonadas”. Y exigía que los aragoneses demostráramos que “la vena poética, el ingenio y la gracia de nuestras coplas no están limitados a unas docenas de ejemplos, cuando en realidad nuestro acervo de cuartetas es inmenso”. Uno, que está naturalmente de acuerdo con esas afirmaciones, que por desgracia todavía siguen siendo válidas y continúan de actualidad casi cuarenta años más tarde, va un poco más lejos y, como ya se ha dicho antes, es de la opinión que las coplas que se elijan para ser cantadas en público (no por supuesto en reuniones privadas o en ambientes íntimos y reducidos, en los que, faltaría más, cada uno puede cantar lo que le venga en gana) sean aquellas en las que todos los aragoneses nos reconozcamos sin problema alguno. Si en una reunión de personas no unidas por lazos de amistad fraterna, la prudencia, la discreción, el buen gusto y la buena educación aconsejan no hablar de política ni de religión, porque no se sabe en modo alguno cómo van a pensar los otros ni cómo se van a recibir nuestras opiniones, cómo no hacerlo en un certamen o festival en el que nos están escuchando cientos, acaso miles de personas. Las creencias religiosas o políticas pertenecen a la esfera más privada, más íntima, y del mismo modo que no las exteriorizamos a la primera de cambio en una reunión cualquiera, no sé muy bien por qué hay que hacer ostentación de ellas cuando se canta en público la jota. Bueno, en realidad, lo sé muy bien: porque son costumbres que se arrastran de épocas predemocráticas y de un régimen anterior -confesional por supuesto y españolista a machamartillo-, al que sí le interesaba que se difundieran esas ideas. Podrían decirme ustedes a pesar de ello que cualquier cantador tiene todo el derecho del mundo a expresar en público sus ideas, aunque éstas pudieran disgustar, fatigar o aburrir a parte del público asistente. Así es, en efecto. Pero por la misma razón otros cantadores también tendrían el mismo derecho a expresar las contrarias, por lo que el certamen, concurso o festival se convertiría en una especie de Parlamento en el que cada cual expondría y defendería sus creencias o ideología. Y en eso, espero que todos estemos de acuerdo, no puede convertirse la jota. Así pues, dado que hay millares de coplas que pueden gustarnos a todos, elijamos éstas para cantar nuestras jotas, conciliando las más antiguas con las nuevas que se vayan escribiendo. Y arrinconemos de una vez por todas las coplas que sólo emocionan o con las que sólo se identifican una parte de los aragoneses, pero no todos ellos. No se trata, espero que haya quedado muy claro, de sustituir una ideología por otra: se trata, justamente, de que no haya ideología, de buscar un punto de encuentro en el que cualquier aragonés de cualquier condición pueda vibrar con la jota. Y si alguna ideología debiera de haber, que ésta consistiera sólo en la defensa de los intereses legítimos de Aragón. Lo pedía ya Fernando Solsona en 1978 en su libro La jota cantada: “Hemos de prestar atención a todos los problemas de Aragón, mostrar nuestras raíces y conectar con ellas. Todos estamos obligados”. He preparado una pequeña selección de coplas, sólo como muestra de por dónde creo que deben ir los tiros. Naturalmente, es sólo una ejemplificación, pues podrían haberse confeccionado al menos doscientas antologías de cuarenta coplas como ésta. Por tanto, no están desde luego todas las que son, pero sí creo que son todas las que están, y podrían servir de muestra para el esfuerzo –mínimo, por otra parte- que a mi juicio deberán realizar nuestras cantadoras y cantadores para que la jota sea un poco más de todos los aragoneses. Aunque despacio, las cosas creo que están cambiando: hoy se han limpiado ya muchas impurezas, no suelen ya escucharse algunas de las coplas más infames a las que antes aludía, ha descendido en buena medida la carga ideológica de las cantas y el Ayuntamiento ha incluido por fin en las bases del Certamen Oficial de Jota “que se valorará especialmente la recuperación de cantas o coplas aragonesas hoy olvidadas entre los cancioneros aragoneses antiguos”. ¿Cuáles serían entonces los Cancioneros en los que encontrar estas coplas a las que me refiero? Podríamos hacer una clasificación en cuatro grupos: 1.- Los cancioneros musicales que contienen la transcripción de estilos y tonadas y en los que, además, figuran las coplas a cantar con cada estilo o tonada, o distintos repertorios de coplas. 2.- Los tratados, libros y folletos dedicados al estudio de la jota aragonesa en los que se también se recogen coplas. 3.- Los cancioneros que recogen o antologan coplas populares o anónimas, junto con otras de producción ajena. 4.- Los cancioneros de coplas de producción propia.
1.- Cancioneros musicales. Libros de recopilación y transcripción de estilos y tonadas Los once cancioneros más representativos con presencia de coplas son éstos: -Homenaje a Peral. Jota aragonesa de una rondalla al estilo del país, con los cuatro cantos más característicos de Aragón, arreglada para piano por A. Pérez Soriano (1889) -Jota de la Fiesta Madrileña. Repertorio de jotas aragonesas de Santiago Lapuente y Ángel Sola, transcritas para piano por José María Alvira (1895). Recoge 22 tonadas. -Gran Colección de Jotas o Cantos aragoneses seleccionados del gran repertorio de Santiago Lapuente, transcritas para piano por José María Alvira (1914). Se amplía el primer cancionero de Alvira hasta 37 tonadas. -Colección de Cantos Populares de la provincia de Teruel, de Miguel Arnaudas (1927) -Cancionero musical de la provincia de Zaragoza, de Ángel Mingote (1950)-Cancionero aragonés, de M. Monreal (1969) -Cancionero Altoaragonés, de Juan José de Mur Bernad, primera edición de 1970 y segunda edición de 1986, ésta con el título de Cancionero popular de la provincia de Huesca. -Cancionero de Aragón, de Juan Hidalgo Montoya (1978) -Así se cantó la jota, de Andrés Cester Zapata, María Julia Valdovinos y Manuel Villanueva (1983). -Bllat Colrat! Literatura Popular Catalana de la Ribagorça, la Llitera i el Baix Cinca. Tomo II: Cançoner a cura de Lluís Borau i Glòria Francino (1997) -Cancionero popular del Alto Aragón, de Gregorio Garcés Til (1999)
2.- Libros y folletos dedicados al estudio de la jota También encontraremos numerosas coplas en muchos de los tratados y libros más importantes sobre la jota: El Homenaje a la Jota Aragonesa en la Asociación de la Prensa de Madrid. (1897); las Notas de Folk-lore Altoaragonés de Ricardo del Arco (1943), que contienen un puñado de viejas coplas altoaragonesas; el discurso de Miguel Sancho Izquierdo sobre El carácter aragonés y las canciones de jota (1945); los conocidísimos y canónicos ensayos de Demetrio Galán Bergua (Aragón en la jota y la jota en Aragón, 1960, y El libro de la jota aragonesa, 1966) y Fernando Solsona (La jota cantada, 1978); el que el propio Solsona escribió con Mario Bartolomé (Geografía de la jota cantada, 1994); los dos de Gregorio García Arista: su discurso sobre La jota aragonesa en los Juegos Florales de Zaragoza de 1919 y especialmente su estudio sobre La copla aragonesa o cantica. Su nombre, sus cualidades, sus clases, etc (1933); y los de Manuel Lahoz sobre La jota de Albalate (1962), José García Mercadal, con su famosa antología de la jota de 1963 para la editorial Taurus, Francisco Oliván Bayle (La jota en el barrio de San Pablo, 1860-1960, y La jota en el barrio del Rabal, 1860-1950, 1977), Antonio Beltrán (Introducción al folklore aragonés, tomo II, 1980), Rafael Ayerbe Santolaria (De Fidel a Adela... Los Seral, tres generaciones en la jota, 1981), Andrés Cester Zapata (La jota, 1986), Alfonso Zapater (Historia de la jota aragonesa, 1987-1989) y Javier Barreiro (La jota aragonesa, 2000). Hallaremos del mismo modo un buen número de coplas en los siete números de los Anales de la Escuela Oficial de Jota Aragonesa que publicó el Ayuntamiento de Zaragoza desde 1942 a 1952, y también en las biografías de algunos famosos cantadores, como las que escribieron Alfonso Zapater de José Iranzo en 1993 y Sergio Zapatería de Manuel Navarro Rubio en 1997.
3.- Cancioneros de recopilación de coplas anónimas o populares y de producción ajena Hay al menos diez libros o folletos recopiladores de coplas: -Cancionero popular turolense, de Severiano Doporto (1900) -Mil coplas de jota aragonesa, de Miguel Sancho Izquierdo (1911) -Cantares baturros. Colección popular de las coplas que se cantan en Aragón, con una introducción sobre la copla aragonesa por Vicente Castro Les, una historieta de Gascón y un Epílogo dedicado a los poetas aragoneses que escriben cantares (1913). Se publicaron al menos dos series. La de 1913 es la segunda edición de la primera serie. -Cantares baturros. Imprenta y Fábrica de Cajas de Cartón R. Santorromán Tardos. Daroca, sin fecha. -Cancionero Aragonés. Canciones de jotas antiguas y populares en Aragón, de Dámaso Sangorrín, publicadas con el seudónimo de Juan José Jiménez de Aragón (1925) -Cancionero popular. 500 Cantares alegres. Editado por Publicaciones “El Cine”, Barcelona, sin fecha. -Cancionero de Tomás Marco. Editorial Alas. Barcelona, sin fecha. -Antología de jotas de la provincia de Teruel, de José Palomar Ros, María Pilar Chinarro Pérez y Pilar Escuder Benedicto (1985).-Selección de coplas del Alto Aragón, de Rafael Ayerbe Santolaria (1988) -Cancionero aragonés, de Elíades Marquina Serrano (2005)
4.- Cancioneros de producción propia -Luis Ram de Viu y Luis Royo Villanova: Dos guitarras. Cantares (1892) -Juan Pedro Barcelona: Cancionero republicano (1894) -Alberto Casañal publicó tres cancioneros: el primero, Cantares Baturros en 1899, otro en 1909, 333 Cantares Baturros, y finalmente uno en 1912 en colaboración con Sixto Celorrio: Jotas. Cantares Aragoneses. -Sixto Celorrio, además del ya citado con Casañal, publicó otro cancionero con el título de Paella aragonesa en 1901. -Gregorio García-Arista y Rivera: Cantas baturras (1901) -Adelardo Sánchez Arévalo: A orillas del Ebro. Cuentos, en prosa y verso, historietas y cantares baturros (1905) -Teodoro Iriarte Reinoso es autor de A orillas del Ebro. Cantos aragoneses (1908), en colaboración con Jorge Roqués González. También publicó De mi cosecha. Cantares baturros (1921) y Más jotas. Cantares aragoneses. Cantares baturros (1930) -Ambrosio Ruste y Emilio Ester Rubira publicaron Del Moncayo al Pirineo. Cantares en 1917. El mismo Ruste publicó también 150 coplas baturras (1950). -José Iruela: Coplas aragonesas (1921) -Melchora Herrero y Ayora: Cantares para jota (1921) -Luis Sanz Ferrer: Cantas y... “Cantos” (1923) -“El Bardo de los Pirineos”: Panticosa lírica. Colección de versos y cantares compuestos en momentos de buen humor (1927) -Angel Abad Tárdez fue uno de los más conocidos autores de cantas de jota de su época: Suspiros de amor (coplas y sonetos) (1927), Mi tierra (jotas y joteros) (1927), Trescientas coplas de jota aragonesa (1930), Un año a jotas (365 coplas) (1932, en cinco pequeños volúmenes), Coplas patrióticas de jota aragonesa (1936), Mil y una coplas de jota aragonesa (1937), A la Virgen y al Pilar (coplas de jota aragonesa) (primera edición en 1940 y segunda edición corregida y aumentada en 1943, con prólogo del Marqués de la Cadena) y Zaragoza y la jota de Aragón (1944). -Ruperto Aznar Sanz: Al pie del Moncayo. Coplas baturras (1926) y Flores que brotan del campo. Coplas baturras. (1929), premiada esta última colección en el Certamen de coplas baturras celebrado en Caspe. -Francisco Lafuente Zabalo publicó Aliaguicas en flor. Cantares aragoneses y romances baturros en 1931 -Fernando Soteras “Mefisto”: Coplas de Mefisto (1935) -Abel Jarnés Millán: Mirando al Pilar. Cantares a la Virgen (1958) -María de los Remedios Pérez de Alcázar: Jotas a la Virgen del Pilar (1959) -Emilio Gil Losilla: Cuentos, charadas, chistes, retruécanos y chascarrillos baturros. Jotas, coplas aragonesas y de picadillo, poesías y ocurrencias de humor (1968) -Marisa del Campo: Apuntes del natural (1970), con un capítulo dedicado a las cantas de jota. De este libro es la conocida: “No presumo de ser guapa/ ni de ser muy buena moza/ pero sí de haber nacido/ en la inmortal Zaragoza”. -Ángel Raimundo Sierra: La jota raíz de raza (1973) -José Gracia: Poemas (1978). Se recogen algunas cantas en aragonés. Presentación de Francho Nagore. -Mariano Rubio Vergara: Coplas de jota y tipismo de Calatayud y comarca (1979) -Cleto Torrodellas: Versos y romances en ribagorzano (1979 y segunda edición en 1988) -Antonio Zaera Magna: Cantares baturros, con tres entregas en 1982, 1983 y 1984. -José María Ferrer “Gustavo Adolfo”: Cantas y canticas (1983 y nueva edición en 1988) -Teresa Ramón Palacio: Con los pies en mi tierra (1983) -Tonón de Baldomera: Prosa y verso (1983). -Alfonso Gimeno Ibáñez: Coplas a Cariñena (1984) -Vicente Torres: Coplas (1985 y 1986). -Francisco Lucia Traid: Jotas del exilio (1986) -Mario Bartolomé Martín y Andrés Cester Zapata: Cancionero de coplas aragonesas. Historia de un concurso 1981-1987 (1987) -Josefina Rodríguez Vicente y Manuel López Aguilar: Dos mil joticas nuevas pa cantar (1993). En 2003 publicaron El libro de las cinco mil jotas. -Veremundo Méndez Coarasa: Los míos recuerdos (1996). Incluye un grupo de cantas en el aragonés de la Val d’Echo. -Joaquín Yus: Fontanar de coplas aragonesas (2ª edición, 1999) y Vivero de coplas de jota. Adagios de humor y pensamientos (2000) -Mario Bartolomé: Cantaclaro. Cancionero aragonés (2001) -José Verón Gormaz: Cantos de tierra y verso (2002) El más raro cancionero de coplas es sin duda el de Mariano Sebastián, pastelero de Aguarón, conocido como el “tío Pichorretas”, que tras su nombre firmaba como “autor de lo peor que se ha publicado hasta el día”. Publicó en Bilbao, en la Tipografía de Ugalde y Compañía (sin fecha), una Colección de cantares o lo que salga, con un brochazo sobre asuntos sociales y cuatro notas íntimas que sólo a mis hijos podrán interesar un poco, con prólogo de Eusebio Blasco. Eran cuartetas, la mayor parte sin rima, con la característica de que su último verso rompía el ritmo de forma abrupta. Veamos algunos ejemplos: “Dos cosas en este mundo/ me hacen a mí suspirar:/ el recuerdo de mi amada/ y un bastonazo que me dio su padre”, “Si por cada misa que oyes/ cosieras medio minuto/ no andaría tu marido/ con la ropa destrozada”, “Si vas a Calatayud/ un domingo por la tarde/ ya puedes asegurar/ que al día siguiente es lunes”o “Los baturros de mi pueblo/ por seguir la tradición/ cuando gastan alpargatas/ se las ponen en los pies”. Se trataba de humoradas muy del gusto de la gente del país, no aptas desde luego para ser cantadas, pero ciertamente divertidas. Aun así las pocas coplas que tiene rimadas no desmerecen a las de cualquier autor de coplas humorísticas: “¿Sabes tú lo que pasó/ con la hija del tío Tomás?:/ que después que se murió/ no habló una palabra más”, “Según me han contado ayer/ al hijo de Juan Ramón/ le llaman aragonés/ porque nació en Aragón” o “En mi pueblo los Toribios/ los Juanes y los Marianos/ cuando se lavan la cara/ suelen mojarse las manos”. También encontraremos cantas en el Cancionero de los Amantes de Teruel que publicó Domingo Gascón y Guimbao en 1907. Otro cancionero poco conocido es el que bajo el título de Coplas publicó en Huesca, en 1938, la Editorial de Falange Española Tradicionalista. Se reunían en él las coplas premiadas en el Concurso patrocinado por el Ayuntamiento de Huesca. Lleva una presentación del alcalde de la ciudad José María Lacasa Coarasa. La copla premiada fue de Antonio Godé y se publican otras de Liborio Portolés Piquer, Fidel Seral Alfranca, Demetrio Galán Segura, Ángel Abad Tárdez, Demetrio Galán Bergua, Rafael Andolz Aguilar o el jacetano Francisco Quintilla. Editado en plena guerra civil por los defensores del bando nacional, hoy es ya una rareza sólo apta para coleccionistas. Además de estos cancioneros, hay otros dos citados por distintos autores que no he podido ver: los de Felisa Galé (1936), extraordinaria cantadora y el gran amor de José Oto, “el jotero más admirado del siglo” en palabras de Javier Barreiro, y Remedios Pérez (1959). ANTOLOGÍA DE CANTAS: LAS 40 PRINCIPALES Más valen las alpargatas de un humilde jornalero que las doradas carrozas de los nobles tiranuelos. (Jota de las alpargatas. Cantada por el “Royo del Rabal” a Julián Gayarre en la plaza de Ariño el 18 de octubre de 1883. Recogida por Francisco Oliván Bayle)
Asómate a la ventana, asómate, vida mía, para que al salir el sol se encuentre que ya es día. (Luis Royo Villanova, 1892)
A competir con el cielo vestida de azul saliste, que también hay en la tierra cielo que de azul se viste. (Cancionero de Alvira, 1895)
Niña del pañuelo negro dime quién se te murió. Si se te ha muerto tu amante no llores que aquí estoy yo. (Cancionero de Alvira, 1895)
Baturrica, baturrica, yo te llamo, yo te llamo, que no tardes, que no tardes, que me acabo, que me acabo. (Cancionero de Alvira, 1895)
Derecha te estás criando como las cañas del trigo. Aquí te estoy esperando para casarme contigo. (Cancionero de Alvira, 1895)
Quisiá ser la enredadera que sube por tu ventana pa hacerte cuando te asomas cosquillicas en la cara. (Homenaje a la Jota Aragonesa en la Asociación de la Prensa de Madrid. Noviembre de 1897. Recogida por Luis Royo Villanova)
Algún día querrán Dios y la Virgen del Pilar que tu ropica y la mía vayan juntas a lavar. (Homenaje a la Jota Aragonesa en la Asociación de la Prensa de Madrid. Noviembre de 1897. Recogida por Luis Royo Villanova)
En un corrico de alfalce nos sentamos tan cerquica, que siempre que ves alfalce te pones coloradica. (Homenaje a la Jota Aragonesa en la Asociación de la Prensa de Madrid. Noviembre de 1897. Recogida por Luis Royo Villanova)
Capullico, capullico, ya te vas volviendo rosa, ya te va llegando el tiempo de decirte alguna cosa. (Severiano Doporto, 1900)
Si no me caso con ti juro, por lo que más quiero, que, o me casaré con otra, o me quedaré soltero. (Sixto Celorrio, 1901)
No te subas a la parra que te tendrás que bajar y amás de no coger uvas te puedes estozolar. (Gregorio García-Arista, 1901)
Hoy me ha dicho ella que sí y alpargatas hoy estreno. ¡A ver qué me dura más, si la novia o el calcero! (Gregorio García-Arista, 1901)
Martina, te quiero a tú igual qu’a lo güé zillardo; casi como a l’anolleta y más qu’a lo burro pardo. (Domingo Miral, 1903. En aragonés cheso. De su libro Tomando la fresca en la Cruz de Cristiano o A casarse tocan)
No tires piedras, cobarde, que el tirar es cobardía; saca tu navaja en mano que yo sacaré la mía, y aquel que pueda la lleve. (Miguel Sancho Izquierdo, 1911. Allí aparece con alguna variación: “No tiréis piedras, cobardes,/ que el tirar es cobardía,/ sacad la navaja en mano/ que dispuesta está la mía.”)
Cuando vuelva de la siega asómate a la ventana, que a un segador no le importa que le dé el sol cara a cara. (Alberto Casañal, 1912)
Ando buscando trabajo y no lo puedo encontrar. Cuando lo encuentre iré en busca de ganas de trabajar. (Alberto Casañal, recogida por José García Mercadal en La jota aragonesa, 1963)
Caminico de Torrero una chica se perdió. ¡Virgen del Pilar hermosa, si me la encontrara yo! (Gran Colección de Jotas o Cantos aragoneses seleccionados del repertorio de Santiago Lapuente, 1914)
Tú no quisiste ceder ni tampoco quise yo, y ahora que ya no hay remedio cederíamos los dos. (Gran Colección de Jotas o Cantos aragoneses seleccionados del repertorio de Santiago Lapuente, 1914)
Cuándo nos encontraremos corazón mío en la calle; allí ajustaremos cuentas, y aquel que deba, que pague. (Gran Colección de Jotas o Cantos aragoneses seleccionados del repertorio de Santiago Lapuente, 1914)
Un baturro que era rico se puso a estudiar francés, y siempre decía “maño” en vez de decir mesié. (José Iruela, 1921)
Mi corazón entregué a quien no supo estimarlo, y moribundo lo hallé cuando pude rescatarlo. (Melchora Herrero, 1921)
Estabas junto al camino subidica en una higuera, y al pasar todos decían: ¡ridiez, no caerá esa breva! (Luis Sanz Ferrer, 1923).
Cuando muera que me entierren de una posturica güena. Como no ha de ser pa un rato, no es cuestión de estar con pena. (Luis Sanz Ferrer, 1923. Primer premio en el Concurso del “Heraldo de Aragón” de 1913)
El cura de mi lugar lleva ladeada la teja; no lo hace por fantasía, es que le falta una oreja (Luis Sanz Ferrer, 1923)
Ábreme el pecho y registra hasta el último rincón; y verás cómo tú reinas donde ninguna reinó. (Juan José Jiménez de Aragón, 1925)
Ya no tienes chaminera por donde te salga el humo; ya te vas quedando sola mocica de tanto rumbo. (Juan José Jiménez de Aragón, 1925)
Tantos desprecios me das que ya la cuenta he perdido, y aunque con ellos me matas, sin ellos, maña, no vivo. (Ángel Abad Tárdez, 1930)
Una moza despreciada sus penas vino a contarme, y yo le conté las mías y aún tuvo que consolarme. (Teodoro Iriarte Reinoso, 1930)
Llevaron a un baturrico una noche a un cabaré, y al salir, dijo riendo: ¡qué rico estaba el café! (Francisco Lafuente Zabalo, 1931)
Puse con mi navajica tu nombre en un arbolico; ya pués quererme, mañica, que me costó un buen ratico. (Gonzalo Quintilla. Recogida por José García Mercadal en La jota aragonesa, 1963)
Con razón dice la gente que mi chico es el demonio, porque al comprarle la cuna la pidió de matrimonio. (Gonzalo Quintilla. Recogida por Demetrio Galán Bergua en El libro de la jota aragonesa, 1966)
Adiós Zaragoza antigua, la de los ocho portales: Tripería, la de Sancho, el Portillo, la del Carmen, Santa Engracia, la Quemada, la del Sol y la del Ángel. (Copla tradicional de seis de versos, de autor anónimo, recogida por Demetrio Galán Bergua, en El libro de la jota aragonesa, 1966)
De chico fui monaguillo y de mozo, sacristán; ahora soy el campanero: ¡qué carrera más triunfal! (Ángel Raimundo Sierra, 1973)
Cuando se murió el tío Paco dijo la señá María: “pobrecico el tío Jenaro, ¡qué melonar que tenía!” (Lamberto Funes, el “ciego de Mainar”. Recogida por Fernando Solsona en La jota cantada, 1978.)
Desde San Juan de la Peña baja una jota volando: allí nació nuestro Reino y hay que volver a buscarlo. (Alfonso Zapater. Recogida en el Cancionero de Coplas Aragonesas preparado por Mario Bartolomé y Andrés Cester, 1987)
El barbero de mi pueblo cuenta historias de terror, pone los pelos de punta y así los corta mejor. (Eusebio Beltrán Collado. Recogida en el Cancionero de Coplas Aragonesas preparado por Mario Bartolomé Martín y Andrés Cester Zapata, 1987)
El cuarto donde yo duermo es un cuarto tan pequeño, que sólo puedo dormir cuando tengo poco sueño. (Joaquín Yus, 1999)
Aragón no sólo quiere el agua para sus tierras, la necesita también para lavar las afrentas. (Mario Bartolomé, 2001)
No quise marcharme fuera ni quise quedarme aquí; yo nunca he querido nada hasta que te conocí (José Verón Gormaz, 2002)
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