TEXTO LEÍDO POR ANTÓN CASTRO EN EL ACTO DE IMPOSICIÓN A JOSÉ LUIS MELERO DE LA INSIGNIA DE ORO Y BRILLANTES DE LA PEÑA ZARAGOCISTA LOS AUPAS. ZARAGOZA, HOTEL REINO DE ARAGON, 8 DE NOVIEMBRE DE 2013
José Luis Melero es uno de esos seres que contagian pasión por la vida, confianza y buen rollo, como suele decir Luis Alegre. Puede ser el amigo imprescindible o un animal de compañía. Encarna el optimismo, la delicadeza y el sentido del humor. Se confiesa un enamorado de los seres y las cosas, un aragonesista de pies a cabeza desde siempre, y hace suyo el lema de Juan Manuel Sánchez: “Todo por y para Aragón”. Pepe, además, dice “Todo por y para mis amigos. Todo por y para el Real Zaragoza”. Fetichista y coleccionista, suele decir: “Yo también tengo mis pequeños tesoros. Solo hablaré de uno, aun a riesgo de parecer presuntuoso: conservo las botas y una camiseta de mi admirado José Luis Violeta, ‘El León de Torrero’. Ese tótem protege mi inflamado zaragocismo en los momentos más difíciles”. A Pepe, más que el fútbol, le gusta el Real Zaragoza. Es blanquillo a carta cabal con todo lo que eso significa: más de 80 años de leyenda con nueve títulos. José Luis Melero es un hombre de letras conciliador, generoso y de crédito, un intelectual, un activista incesante de la cultura desde Rolde y otros foros. Ante todo se siente lector, investigador de historias menudas, de vidas humildes; rastreador de libros, de folletos, de fogonazos insólitos, un enamorado del arte y de la música, y se siente un contador de historias. Es alguien que lee para contarlo. No es egoísta ni elitista, y sabe ser, sin esquizofrenia alguna y sin afectación, zaragozano y cosmopolita. Ama los libros desde muy joven y fue un asiduo visitante de las librerías Astro, General, Pérez, Hesperia, Inocencio Ruiz Lasala, y lo sigue siendo de casi todas. Ahí encuentra amigos, autores, una tupida red incitaciones que enriquece su laberinto de libros y de sueños. La memoria del mundo. Ahí está en su segunda casa. Pepe, por cierto, es uno de los aragoneses que les ha puesto un piso ordenadísimo a sus libros. José Luis Melero ha sido poeta, ha entrevistado a poetas como Ildefonso-Manuel Gil, que le reveló sus mejores secretos, incluso los de amor; es el albacea del poeta y editor Luciano Gracia. Cree en el poderoso influjo de la amistad y la practica a diario: es el primer lector de Ignacio Martínez de Pisón, y tiene un afecto entrañable por Emilio Gastón, Fernando Ferrero, Rosendo Tello, Ángel Guinda, y fue uno de los cómplices más constantes de amigos inolvidables como José Antonio Labordeta y Félix Romeo Pescador, por citar solo algunos. Un diccionario de amigos de Pepe Melero ocuparía algunos cientos de páginas. Pepe Melero representa la definición más extensa y luminosa de la palabra amigo. Amigo. Criatura de afectos. Desde hace muchos años se ha revelado como un magnífico bibliófilo que viste cuidadosamente sus libros de viejo. Un bibliófilo por amor a la lectura al que le interesa todo, pero muy especialmente Aragón, la literatura en general y la poesía en particular, la historia y lo que se llama ‘los egodocumentos’ o literatura del yo: diarios, memorias, autobiografías, epistolarios. Todos sus libros, y son más de 30.000, llevan la fecha de su ingreso y posteriormente sus notas de lectura a lápiz con su letra de monje. Amasa una fortuna incalculable y sentimental de libros dedicados. Pepe Melero es un amanuense de los pequeños detalles. Y por supuesto posee una de las mejores bibliotecas aragonesas que existen. Él, con la implicación de Eduardo Bandrés y de Agapito Iglesias y sus consejeros, fue el auténtico forjador de ‘Los años magníficos’, la exposición de los 75 años de existencia del Real Zaragoza. Una exposición que quiso ser también una ambiciosa apuesta cultural. La creación y el fútbol jamás han estado alejadas y mucho menos en la cabeza de Pepe. Eso sí, parece que de niño ni aprendió a montar en bicicleta ni fue un gran futbolista. Pepe Melero ha escrito de casi todo. Es uno de los sabios de la jota. Le encanta la buena gastronomía, en la taberna y en los libros. Es autor de cinco libros básicos: ‘Leer para contarlo’, sus memorias de bibliófilo; ‘Manual de uso del lector de diarios’, un diccionario precioso que le retrata; ‘Los libros de la guerra’, una compilación asombrosa y llena de novedades de libros sobre la contienda del 36 escritos desde los dos bandos; y ‘La vida de los libros’ y ‘Escrituras y escritores’, donde recoge sus columnas de los jueves en la página dos de ‘Artes & Letras’. Esos artículos, alrededor de 200, son la mejor muestra de la variedad de saberes de Pepe, de su finísimo sentido del humor, de su capacidad para reírse de sí mismo, de su sabiduría y de su inagotable sensibilidad. Pepe, erudito y divertido, vive instalado desde hace años en el reino de la curiosidad. José Luis Melero ama a los escritores casi anónimos, desdichados, sepultados en el olvido. Es como un novelista que mira con candor a sus criaturas. “Escribir sobre los amigos desaparecidos no solo es una necesidad personal: es un deber de justicia”, ha dicho. A Pepe, el hijo ideal, el marido y el padre soñado como suelen decir Jorge e Iguácel, el zaragocista indomable (y lo sabemos todos de buena tinta), le gustan las anécdotas. Sus libros son auténticos inventarios de ellas. Por ejemplo, le gusta contar: “Se dice que Ernst Hemingway llevó colgada del cuello durante años una de las piedras que Ava Gardner expulsó del riñón, tras el cólico nefrítico que sufrió en 1954. Cuando le afeitaron el pubis tuvieron que hacer un sorteo en el hospital porque todos querían quedarse con un mechoncito”. Cuando se pone salvaje y sentimental le gusta que le reciten alguna alineación del Real Zaragoza. Su favorita bien podría ser esta: Cedrún; Belsué, Cáceres, Aguado, Solana; Nayim, Aragón, Poyet; Pardeza, Esnáider y el ‘Paquete’ Higuera. La de los campeones de 1995 en París. Una de las noches más hermosas de su vida. Cuando éramos los mejores. Felicidades a Pepe Melero y a su multitud de amigos.
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