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Javier Castro Flórez en Facebook. 23 de noviembre de 2021
Dentro de hora y media en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza Irene Vallejo y Pepe Cerdá presentan esta maravilla de José Luis Melero Rivas y yo aquí rabiando porque la famosa teletransportación no se ha inventado aún. Lo de Melero es como la primavera: cada año nos regala un libro precioso –casi mágico– que hablando aparentemente de frikadas aragonesas y de libros viejunos en realidad es un milagro de pequeñas crónicas que bullen de vida y uno las lee entre el asombro, la risa y la melancolía. En todos los lugares existe la figura del cronista local, del obsesionado con la historia propia, pero normalmente son gentes de un rancio y una tristura monumental que parece que en vez de escritores fueran los que se dedicaban a momificar a los faraones. Pero en Melero no hay polvo ni telarañas y uno, al ver brillar en sus libros esos pequeños fragmentos de vida, se siente también aragonés. Porque apetece arrimarse a sus libros como en invierno uno busca sentarse al sol, donde da calorcito.
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